Resumen
La idea de entrevistar al profesor Manuel da Costa Andrade me generó alegría y preocupación. La primera, por tratarse de uno de los penalistas más calificados del mundo quien, además de un gran amigo, fue mi orientador de máster en una de las universidades más antiguas del continente europeo. La visión dialéctica del profesor lusitano sobre el sistema de justicia criminal despertó inquietudes filosóficas muy importantes en mí y me permitió percibir el maravilloso mundo existente en la periferia del sistema penal. La segunda, porque mi participación en la Revista Cuadernos de Derecho Penal no sería en la confortable condición de lector, sino con la dura misión de producir un contenido del nivel del entrevistado y de los lectores de la revista, pero que, de no ser precisamente por eso, me hubiera hecho declinar el desafío.