Resumen
“Los discursos, al igual que los silencios, no están de una vez por todas sometidos al poder o levantados contra él. Hay que admitir un juego complejo e inestable donde el discurso puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero también obstáculo, tope, punto de resistencia y de estrategia opuesta. El discurso transporta y produce poder; lo refuerza pero también lo mina, lo expone y lo torna frágil y permite detenerlo. Del mismo modo, el silencio y el secreto, abrigan el poder, anclan sus prohibiciones: pero también aflojan sus apresamientos y negocian tolerancias más o menos oscuras”.