Resumen
La voz y los conocimientos están íntimamente conectados. Aprender a escribir nos dota de la voz más allá del rango auditivo y nos lleva a la aventura del lenguaje a través del tiempo y la distancia; nos sitúa en los mundos y proyectos sociales con personas que no podemos ver y, a veces, ni siquiera imaginar. Si bien la alfabetización en la primera infancia, ayuda a que los niños pequeños se expresen y crezca en ellos el motivo de escribir más allá de lo personal y de las relaciones, a medida que la escolarización avanza esas experiencias que los motivan disminuye, la escritura se convierte en un ejercicio reducido, la mayoría de las veces asociada con la evaluación, en vez de estar conectada con los intereses de la vida real. Sin embargo, la escritura fuera de la escuela está íntimamente relacionada con la participación en la sociedad, y la habilidad para escribir dota de una sola voz en las comunidades profesionales y cívicas. Escribir en la escuela tiene que estar conectado con los usos de la vida real y el crecimiento intelectual de los estudiantes. La escritura debe estar apoyada en cada nivel de educación, expresar y compartir significados de importancia para los estudiantes, conectada con el pensamiento y el conocimiento en áreas temáticas, relacionadas con la lectura, y direccionar las situaciones extraescolares que son importantes para los estudiantes.
Citas
Bazerman, C., Little, J., Chavkin, T., Fouquette, D., Bethel, L. & Garufis, J. (2005). La escritura a través del currículo. Parlor Press and WAC Clearinghouse. <http://wac.colostate.edu/books/bazerman_wac/>.
Castello, M. & Donahue, C. (eds.) (2012). Escritura universitaria: Mis yos y textos en la sociedad académica. N.Y.: Emerald.
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