Cuando fue lunes...
Resumen
Dentro del imaginario cubano de principios de los 60, ser revolucionario significaba el honor de haber luchado contra las dictaduras que socavaron la sociedad civil, y defender el status quo establecido mediante la lucha era obligación. Sin embargo, los vestigios de una sociedad colonizada le suponían ciertos obstáculos a la construcción del “Hombre Nuevo” que buscaba construir la Revolución. Entonces, para penetrar en la psiquis de la sociedad civil, el nuevo régimen se ideó múltiples herramientas: las gacetas semanales, el establecimiento de periódicos y otros medios oficiales, los constantes – y extensos - discursos televisados de Fidel, las distintas unidades de adoctrinamiento[1], el establecimiento de escuelas públicas (oficiales), y otras formas de control sobre las expresiones culturales de entonces.